Miguel Ángel Madrigal (Cuernavaca, México 1974) reflexiona sobre las problemáticas de la ciudad como la promesa del progreso y la aspiración a una mejor vida, pero también cuestiona su funcionalidad. Madrigal nos invita a través de sus instalaciones in situ a observar una ciudad que no se puede recorrer, que vemos desde la distancia. En sus obras se evidencia la presencia humana con dibujos y estructuras urbanas, con formas repetidas de arcos y siluetas de postes de luz que nos dan pistas de rincones de sinnúmero de centros urbanos que hemos visitado, física y psicológicamente, que no son más que la idea de esa ciudad atemporal. Es la ciudad que puedes ver pero no habitar.
Nadie conoce la ciudad a la que todos quieren ir, surge como un cuestionamiento de cómo vivimos las ciudades y cómo las navegamos, no sólo desde el espacio sino desde el pensamiento y su conceptualización: cómo nos pensamos en ellas, cómo pensamos al otro en ellas, y al otro en la convivencia dentro del mismo espacio con nosotros.
A través de las escaleras y los cables que nos guían a lo largo de toda la muestra, Madrigal propone una reflexión sobre la tensión entre la posibilidad de lo imposible y lo imposible como realidad. En estos elementos se ilustran las contradicciones y confirmaciones que existen en una ciudad. Nos presentan caminos que aparentan un rumbo, pero no tienen destino.
Las relaciones afectivas y espaciales en lo urbano son ejemplificadas a través de las esculturas de perros. En ellos podemos reconocer objetos y momentos del acontecer urbano, que ilustra una constante tensión entre la aspiración del proyecto urbano y la fragilidad de su realidad. Es ahí dónde radica la ciudad como agente productivo y nos hace considerar lo que se encuentra fuera de nuestra mirada. Madrigal ha explorado diversas formas de manipular tanto objetos como materiales. Ha retado la gravedad -el equilibrio no sólo físico sino también el visual- y por supuesto, la convencionalidad de soportes artísticos.
La propuesta de esta muestra son visiones de lo que repetidamente escuchamos sobre lo urbano, la ciudad como promesa de la prosperidad y a la vez, como proyectos fallidos e insostenibles. Madrigal nos presenta con conceptos lógicamente opuestos, pero que acaban por confirmarse en un mismo espacio: ahí la paradoja de lo urbano que el artista cuestiona a través de 54 piezas en 22 instalaciones y un video en LGM Galería.
-Lassla Esquivel Durand