El impacto de las pinturas de Silvio Porzionato (Italia, 1971) es difícil, sino imposible de transmitir con fotos o vídeos. La monumentalidad de las obras y la expresividad de los personajes que representa se puede perder en el proceso. El universo a partir de poco, la primera exposición individual de Porzionato en Bogotá, es entonces una oportunidad única de verlos en persona y así entender su cuerpo de obra como una propuesta punzante dentro del campo de la pintura contemporánea. Esta exposición tiene como obra central a Four Philosophers (2023), una pieza de seis metros pensada específicamente con LGM Galería para entablar un diálogo con el espacio en Bogotá. Esta pintura—junto con las otras de menor tamaño— son adecuados ejemplos para ser testigo de las tensiones dinámicas propias de sus ya icónicas representaciones del rostro humano; representaciones que combinan una pintura fotorrealista junto con trazos gestuales abstractos y que crean personajes congelados en el tiempo. Sus pinturas hacen más por comunicar una experiencia humana universal que por mostrar la cara reconocible de un individuo.
La pieza central está inspirada en la pintura de Pedro Pablo Rubens, con el mismo nombre (Cuatro Filósofos, de 1611), que, según ciertos críticos, inauguró una tradición en la que personas pertenecientes a cierta escuela de pensamiento o gremio eran retratadas juntas; algo que también reflejaba los valores y convicciones del pintor. Esta nueva rama del retrato sirvió para movilizar ideas abstractas y complejas a través del arte, alejándose así de la dimensión privada del retrato clásico. Se podría decir que Porzionato es un heredero de esta tradición. Se rehúsa a usar el término retrato para hablar de su trabajo, pues insiste en que no es la persona lo que está representando. Es algo enteramente distinto y, aunque las pinturas expuestas parten de fotografías que él hizo de sus modelos, el resultado no se asemeja del todo a la de estos individuos. El artista acecha algo más: con la pintura se busca a sí mismo, y esta misma búsqueda le sirve de filtro para transformar las fotografías originales en estos primerísimos planos hieráticos de los personajes, de los cuales se ha vuelto autor.
Viendo las obras en persona, saltan a la luz los ojos de las figuras. Son expresivos, casi vivos, pintados usando los pinceles más pequeños de un grupo, con otros muy grandes que usa para hacer sus pinceladas y salpicaduras. En Blue Mirror (2023), salpicaduras azules cubren parte de la frente y el pelo del personaje, mientras que pinceladas reticulares enmarcan su cabeza, dando paso a un fondo abstracto, inmaterial. Todas las pinturas en esta muestra existen en la tensión entre impecables facciones humanas y caóticos ejercicios de color. Para la retrospectiva de Chuck Close en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1998, el curador Robert Storr escribió: “Esta serie de pinturas sintetiza el sostenido interés de Close en las maneras de los expresionistas abstractos junto con su adherencia estricta a las reglas autoimpuestas que han guiado su arte.” Pensar en Close—célebre artista norteamericano reconocido por sus retratos hiperrealistas de gran formato y al cual se le suele atribuir la reinvención del retrato contemporáneo— no es solo precisa para elucubrar sobre la asidua representación que Porzionato hace del rostro humano, sino que también muestra cómo estos dos pintores operan de una manera similar.
Los trazos y salpicaduras son referencias directas a los expresionistas abstractos cuyo interés se enfocaba en el lienzo, el color y la forma. No obstante, las hace cohabitar con su principio guía: el hiperrealismo estricto. Esto es, tal vez, porque es un autodidacta quien primero triunfó como diseñador y terminó por dejarlo todo para dedicar su vida a la pintura. En este intento, dominó la representación pictórica hasta su más alto grado, hasta que un día, se sintió limitado por ella. El contraste en sus pinturas, entonces, es el testigo de su compromiso con la libertad y la espontaneidad. Cuando le preguntan por qué pinta caras obstinadamente, Porzionato responde que es simplemente lo que siempre le ha gustado pintar. Habla también de ligereza en cuanto a sus pinturas: son productos de lo que él quiere hacer. Y en esta libertad, es donde está la potencia creativa de su obra. Sin ella, se hubiera cargado de conceptos. En su lugar, hoy vemos en sus figuras un misterio cautivador. Con ellas ha construido su universo personal. Un universo hecho de ojos, bocas, narices, pelo y mucho color.
Un universo a partir de poco.
Inés Arango - Guingue